Antonio Porchia 

                                                                                                    


Todos pueden matarme, pero no todos
pueden herirme.

Ha sido correcto conmigo todo el universo,
menos el hombre, mi semejante.

Estar en compañía no es estar con alguien,
sino estar en alguien.

Agradezco la mano que me conduce,
porque no sé de quién es.

Cuando comienzan a vernos como esto,
como aquello, comienzan a no vernos.

Uno es uno con otros; solo no es nadie.

Aun pido enseñanza; pero ya no al hombre,
sino a quien no recibe enseñanza del hombre.

Con las palabras que no he dicho he desarmado mis armas.

Reír de no reír, llorar de no llorar: ser de no ser.

Miles de soles lejanos no disipan la noche.

El viaje: un partir de mí,
un infinito de distancias infinitas
y un arribar a mi.

Cuando no sea más nada,
¿no seré más nada?
¡Cómo quisiera no ser más nada cuando no sea más nada!